Bienvenidos al Blog de las salas cajón desastre y aventura de vivir de Ozú. Desde hace tiempo nos rondaba por la mente la idea de tener un sitio de encuentro, una referencia más allá de nuestras salitas, un lugar sobre todo para compartir esos "pequeños momentos" de los que se compone cada día.

En este “cajón desastre” todo tiene cabida: fotografía, música, literatura, cine... pretendemos sobre todo aprender los unos de otros y entre todos crear algo diferente que nos sirva de complemento y entretenimiento.

Por eso os invitamos a que participéis con comentarios y sugerencias. Gracias de antemano a todos y ¡Bienvenidos!

viernes, 25 de junio de 2010

paladeando

EL CICLISTA

Era un paraje montañoso, reseco, desolado, escabroso y brutal. La población más cercana se encontraba a mucha distancia.

La carretera, mal asfaltada y con pronunciadas pendientes, serpeaba en los contrafuertes.

Furtivas alimañas acechaban al ciclista que descendía a excesiva velocidad. La curva se le apareció de repente y el asfalto estaba lleno de guijos. El hombre, intuyendo que iba a accidentarse, frenó en seco desesperadamente e hizo por cambiar la trayectoria. Todo fue en vano: impactó contra el guardarraíl. Por instinto, antepuso sus manos para amortiguar el golpe. La bicicleta corrió unos metros sola, dando tumbos. Aturdido, el ciclista pensó que había tenido suerte, puesto que a sí mismo se sentía como levemente magullado. Suspiró aliviado y fue a restregarse la sudada frente con la mano. Regueros ingentes de sangre lo sorprendieron. Miró al final de sus brazos y con un pálpito de horror en el corazón advirtió que no tenía manos, que el guardarraíl metálico, actuando como una cuchilla, se las había amputado.

Se desangraba por los muñones. Quiso gritar, pedir ayuda, y lo hizo: el desierto se escuchó a sí mismo.

A la súplica del inmediato cadáver, sólo el monótono chirrido de una cigarra le respondió.

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