Bienvenidos al Blog de las salas cajón desastre y aventura de vivir de Ozú. Desde hace tiempo nos rondaba por la mente la idea de tener un sitio de encuentro, una referencia más allá de nuestras salitas, un lugar sobre todo para compartir esos "pequeños momentos" de los que se compone cada día.

En este “cajón desastre” todo tiene cabida: fotografía, música, literatura, cine... pretendemos sobre todo aprender los unos de otros y entre todos crear algo diferente que nos sirva de complemento y entretenimiento.

Por eso os invitamos a que participéis con comentarios y sugerencias. Gracias de antemano a todos y ¡Bienvenidos!

viernes, 22 de junio de 2012

LA PROMESA DEL HEDONISMO

Los gobiernos y otras autoridades menores se empeñan con su periódicas campañas de promoción en que los habitantes de un país visiten museos y abandonen los bares, vean menos TV y lean libros, dejen de fumar y practiquen algún deporte o moderen el consumo de alcohol y otras drogas y, en definitiva, ocupen su tiempo de ocio con hábitos saludables y enriquecedores. Pero, sin embargo, las práctiocas insanas y empobrecedoras han sido asimiladas, - en nuestra contemporánea sociedad de consumo-, por gran parte de la población como una forma de vida y hasta una seña de identidad. Se pueden hacer muchos usos positivos del propio ocio pero es imposible imaginar a esa gran parte de la población aprovechándolo en su beneficio,. al menos, mientras se lo permita la salud. Ocio y hedonismo, hedonismo y ocio, van juntos, tanto en las predilecciones como en los valores del ciudadano como en los datos sociológicos y económicos de consumo y empleo. La obesidad, el colesterol, el infarto de corazón y otros probelmas coronarios, la cirrosis, los distintos tipos de cáncer y los problemas mentales tienen visos de pandemia medieval, pero la desaparición de todas las industrias, legales o no, ofrecedoras de ocio u hedonismo insano y culturalmente empobrecedor alcanzaría proporciones apocalípticas para la economía de un país como el nuestro. Aún así, cualquier campaña oficial, que parta de instancias públicas, para dirigir el ocio de la ciudadanía y para aconsejar hábitos saludables, recibe la aprobación general. Acaso por el despresigio y la mala prensa que ha adquirido el ocio hedonista por razones obvias y ya citadas arriba. Aunque quizás se trate de un desprestigio y una mala prensa de tintes ambiguos. Porque si, por una parte, se aplauden las campañas de salud, por otro la intromisión y vigilancia de los gobiernos en las costumbres individuales son airadamente protestadas. El fenómeno culpabilizador del ciudadano y del hecho hedonista se ha dado, a la vez, que el citado y creciente desprestigio de las formas de ocupar hábitos no saludables. No se puede fumar en ciertos espacios sin incurrir en multas graves. No se puede ser obeso sin enviar un mensaje desfavorable de indolencia, glotonería y enfermedad. Se debe tener mucho cuidado de mostrar productos de contenido sexual a niños a riesgo de ser acusado de pervertidos. Está mal visto la venta de alcohol a jóvenes porque se entiende como un grave comportamiento homicida. No se puede ejercitar sexo sin protección sin ser tildado como suicida. En la década de los 60 del siglo pasado como, consecuencia del modelo de sociedad de consumo triunfante en Estados Unidos y Europa, la reivincación del hedonismo se convirtió en el desafío más rotundo y exitoso a los vetustos y caducos valores anteriores y en la muestra más hipnótica y extendida de evolución moral en muchos siglos. Por una parte, nos sumergía en un concepto vital más fresco y libre, nos desembarazaba de opresivos tabúes, y proporcionaba indepencia para la realización pesonal de muchos. Y no digamos cuando la mujer también pudo, entonces, hacese partícipe del cambio y tomó el mando de sus decisiones y de su vida. Hombres y mujeres involucrados en un inédito paisaje moral protagonizaban un nuevo paradigma de mayor libertad e igualdad. La nueva filosofía no sustituía a anhelos humanos universales y eternos como la búsqueda de amor o de riqueza pero ¿quién podría decir por aquel entonces que no se ofrecía a las personas una trayectoria vital más completa? Ahora, sin embargo, las cosas parecen muy diferentes y los comportamientos y hábitos de muchos a a luz de los resultados de los datos de salud de la sociedad vienen a desdecir las promesas de felicidad del hedonismo. Desde la alegre y libérrima desinhibición que mostaraba el movimiento contracultral de los 60 con su apología del sexo libre y del consumo de drogas se ha desplegado un muestrario de problemas sociales (mafias, trata de blancas, embarazos no deseados, negocios ilegales) y de salud (adicciones, Sida) además de un acrecentamiento del cinismo social que no se había dado es dos mil años de dominio eclesial de las mentes.

sábado, 16 de junio de 2012

SIN NOVEDAD EN LA MODA


    Contra la imposición que representa el peso de las convenciones y las tradiciones, el modelo clásico o la marca conocida se levanta el contagioso atractivo por la moda. Seguir las tendencia en cultura e imagen, o en costumbres morales y hábitos de consumo, significa un irreprimible anhelo en el narcisista mostrarse de la Masa para concretar su aceptación social y su sentido de pertenencia.

Reflexiono sobre la diferencia entre la conveniencia por ciertas novedades y el esnobismo. Entre lo nuevo como mejora social, sin pose ni  apenas artificio, y las indigestas ruedas de molino con las que nos quiere hacer comulgar la sociedad de consumo.

La novedad natural, la novedad - novedad, se manifiesta con lineal solvencia, brilla sosegadamente, mientras las modas trazan su voluptuoso acontecer en una bacanal fatalmente vulgar, vacuamente transgresor y estridentemente estúpido.

Con la novedad crecemos, ganamos en pragmatismo, mientras que las modas, sus diferentes formas y estallidos, sus canales y manifestaciones son incompatibles con la expresión de lo práctico. Las modas proyectan su banal arquitectura en el mero territorio de la apariencia.


Con la costumbre de la añagaza comercial de las rebajas de temporada en los grandes almacenes, la inaguración de nuevas ferias expositivas y nuevos locales para el ocio, la presentación de supuestos nuevos talentos literarios en las campañas de marketing de algunas editoriales, el lanzamiento por todos lados de productos tecnológicos no siempre necesarios, la ruleta de la moda tiene las maneras de una selva llena de trampas, el carácter de un espejismo con el aroma de la oportunidad.  

La moda pura, la moda a secas, opone su carácter caníbal a la manera sosegada e inteligente de la novedad. Consumimos moda pero, a su vez, esta nos consume a nosotros.

La moda es un producto fabricado deliberadamente para ser consumido, secreción de la sociedad de consumo inyectada en el mercado para animarlo y, al mismo tiempo, lo más prescindible de él. Y el mercado es un mecanismo diseñado y habilitado para recibir la moda en forma de productos culturales, tecnología, propuestas de ocio o estéticas prestas a incorporarse a la imagen personal de cada uno.


Y ocurre que mientras la moda se esfuma como el humo de una hoguera de futilidad, la novedad se apuntala y echa raíces, nos ofrece un paradigma cool, explayarnos en la renovación como mejoría, evitando caer irremediablemente en un pozo en que el esnobismo y el papanatismo mezclan sus aguas. La novedad se deja usar. Su pretensión no es una ocurrencia caprichosa sino que manifiesta querer ser útil.

El mundo es el mismo y nunca lo mismo pues la novedad con su propuesta de cambio construye otro mundo cada vez. Y ese otro mundo que hace, -con nuevos valores, ideologías, tribus urnbanas, productos de consumo, fenómenos sociales y hábitos,- nos infunde la certeza de vivir otro tiempo, otra ocasión para la felicidad.

( Shakespeare)

viernes, 15 de junio de 2012

viernes, 8 de junio de 2012

Ala ,perdón mama

Interesante vídeo para hacernos reflexionar.


LA VANGUARDIA EMBALSAMADA



Resulta muy difícil, casi imposible, encontrar un mercado más esnob, fraudulento, especulativo, inflado y cínico que el mercado del arte actual. El mismo respeto interesado con la que los participantes de la lujosa y económica feria del arte hablan de ella es una clara muestra de lo que acontece en ese ámbito. Un mercado instalado como una pieza más del salvaje capitalismo financiero levantado en las últimas cuatro décadas para entronizar la especulación más abyecta y que se ha constituido en Estados Unidos y Europa en la principal amenaza de la sociedad de bienestar. Una economía sustentada por los bancos, que actuan en su seno como oportunistas negociadores, especuladores privilegiados y operan, a su vera, como inclementes desmanteladores de la vigencia del Estado social.

Para el artista entrar en el mercado del arte y su noria especladora le interesa más que nada, no hay duda. Posibilita ser partícipe del millonario y azaroso juego de la ruleta de la fortuna que allí se desarrolla. Mostrar la propia obra en el espacio expositivo de una galería invitada a participar en ARCO u otras ferias o ser pieza preciada de los colecconistas y museos genera ciertas y valiosas oportunidades de ascenso económico y apuntalamiento de la fama entre la crítica y en el propio mercado del arte. Un mercado, en el sentido más estricto y mezquino del termino, donde prima, sobre todo, el beneficio económico y no la calidad del género que se vende y que lleva por su sistema sanguíneo un voluptuoso volumen de dinero que alimenta sucios intereses , falsas reputaciones e inflados prestigios, creaciones calculadas de modas y movimientos artísticos, y subordinaciones a las galerías y a la crítica, que en nada tienen que ver  con el artista como individuo que debe vivir y realizar un proyecto estético y elaborar el constructo intelectual que le sirva de armazón.

No es amor al arte lo que constituye el mercado del arte sino principalmente, fluido pecuniario, monetarismo bugués. No es, en manera alguna, una experiencia estética lo que motiva al artista ni lo que alimenta este organismo, apoyado por la crítica, una y otra vez. 

La crítica apoya al mercado del arte porque si éste en el pasado obtenía sus beneficios negociando con lo que no era arriesgado y emitiendo un mensaje de conservadurismo estético, de misoneísmo doctrinal e ideológico, ahora da por inevitable la fiebre especuladora; supone a los artistas y galeristas como promotores del riesgo estético, continuadores de la vanguardia de la primera mmitad del S.XX; y fundamenta su prestigio en no querer ver y descubrir que el rey está desnudo,. Con estos rasgos funcionales, lucrativos y conservadores, el mercado del arte se asemeja al mercado de valores común pero donde se negocia con lienzos y esculturas y donde los artistas desarrollan su obra, sin ideales ni espiritualidad alguna, sin ideología utópica, ni proyecto redentor que lo sustente. todo en nombre del poderoso caballero Don dinero.

¿Un prestigio y arriesgado artista? Esto ya no tiene importancia ni es creíble porque el artista de vanguardia pertenece al relato de los Ismos históricos y construía su obra con conceptos novedosos, discursos formales inéditos e intereses ajenos al comercio de su obra. Realizandola a los márgenes del mercado del arte y de los salones oficiales fundamentaba su prestigio. Sencillamente, el artista operaba como un individuo incontaminado, cuya característica fundamental era crear arte para un selecto y minoritario grupo de connosseurs y reformar la sociedad convirtiendo su obra, a la manera de una bomba revolocionaria, en explosivo atentado contra los valores establecidos.

La vanguardia histórica que tanto hizo por regenerar, con su transgresora mecánica, el artefacto académico heredado del S.XX y generar, a su vez, espacios estéticos libérrimos donde se podían expandir los espíritus artísticos más creativos, investigadores y progresistas, ahora, yace de cuerpo presente pero fenecida, embalsamada y expuestos sus resultados, como en sepulcros de lujo, en los museos de arte contemporáneo para, - la gran mayoría de las veces-, boba y aborregada contemplación de un público ignorante de su verdadera valía y, - las menos de las ocasiones-, fruición estética de los buenos y verdaderos aficionados de arte. A su vez esta momificada transgresión para el recuerdo de la Vanguardia artística permanece como una inmejorable coartada intelectual y crítica, de exacto engranaje argumentativo, para mantener enhiesto su negocio el todopoderoso e inevitable mercado de arte.

( Shakespeare )

Celebran World Oceans Day - Junio 8

sábado, 2 de junio de 2012

EL OCÉANO DE LA HISTORIA

                                                 
      Todo pasa, los ciclos geológicos, las estrellas, los imperios, los sistemas políticos, el ciclo de nuestras vidas.

Todo lo que existe, perece. Nada perdura para siempre. Si alguien fuera capaz de evitar caer en ese océano de la historia al que estamos destinados y vislumbrara desde la orilla lo que se depositó a lo largo del tiempo en sus fondos abisales, asistiría al gran espectáculo de la existencia. La implacable marea ha ido devorando durante milenios cordilleras que parecían invencibles, especies animales que impusieron su despótica presencia en la tierra, ciencias ya olvidadas, el alma de los guerreros que soñaron con conquistar el mundo, civilizaciones tragadas por las arenas de los desiertos y que desaparecieron junto a sus leyes, castas, ingenios, cosmogonías y secretos. También en esos fondos abisales está depositada la belleza de mujeres que enloquecieron a los hombres de su tiempo y que ya nadie recuerda, o sistemas filosóficos durante siglos vigentes que ya nadie practica.

Hace ya mucho tiempo que en los abismos de ese océano se depositó consumida la certeza en un Dios o la pretensión de encontrar un sentido a la vida. El indiferente oleaje ha devorado templos de mármol, bibliotecas antiquísimas consumidas por incendios, las ambiciones de Julio César, la duda de Descartes, guerras perdidas en la historia, antiguos cultos que adoraron dioses que parecían eternos.

Pero se dan casos en que lo que uno divisa desde la orilla vuelve al presente traído con la marea desde las tinieblas de los fondos del océano de lo acontecido. Entre el oleaje, cuya revuelta espuma confunde el análisis de los historiadores, reaparece el hombre y su naturaleza, sus antiguos deseos, ambiciones y delirios. Los sátrapas de la antiguedad personificados en los actuales, las mismas injusticias, las mismas guerras que perpetuan el signo criminal del hombre.

En esas reapariciones nos descubrimos con desasosiego a nosotros mismos. El océano de la historia regurgita mezclado lo que fuimos y aún somos y nos podemos ver repitiéndonos, a lo largo del tiempo, en nuestras pulsiones más primarias.

Todo pasa. Los imperios. Los sistemas. El ciclo de nuestras vidas. Todo muere y resucita. Instalados en el presente de la orilla nos encntramos en el punto de partida.

(Shakespeare)

viernes, 25 de mayo de 2012

HUMANIDAD

    La capacidad de arrepentirse se halla incrustada en lo más hondo de nuestra alma, es más, este rasgo es el que mejor confirma nuestra grandeza, nuestra excepcional cualidad de seres humanos. El sentimiento  de culpa es una emoción muy bien acepatada porque queremos creer en el hombre como sujeto social que acepta el imperio de las normas morales sobre sus pulsiones básicas. Me arrepiento luego soy hombre. En determinadas tesituras solo hay estas dos opciones: reconocer con valiente nobleza, con sincera autocrítica la falta cometida, la transgresión a nuestra excelsa humanidad, o practicar el cinismo, esconderse, escudarse tras una pantalla de rebuscadas argumentaciones para justificar la falta. En el ejercicio del libre albedrío cada cual puede escoger la forma de comportarse. Aunque la mayoría de las personas tienen fantasías violentas ( no se sientan culpables por ello), el asesinato, -y pese a las preocupantes cifras que la prensa da por violencia de género-, es una anomalía muy minoritaria en el comportamiento humano: elegimos ser pacíficos; aunque muchímos cargos públicos cuentan con la posibilidad de echar mano del dinero que les toca gestionar la mayor parte de ellos nunca lo hace: eligen la honradez; y aunque las oportunidades de conseguir una relación fuera de la pareja abundan muchas personas no la aprovechan: se elige la fidelidad. Qienes poseyendo ciertos valores o cierta conciencia transgreden la norma moral socialmente estableccida y usan la violencia o roban o son infieles, cuando se arrepientan erigirán una cualidad maravillosa: su sentimiento de culpa. Éste establecerá su inigualable humanidad. Me arrepiento luego soy hombre. Nada nos hace más humanos que cuando pedimos perdón y, por extensión, nada nos hace más humanos que cuando perdonamos. Te perdono luego soy hombre. El relato del hijo pródigo extiende aún su enseñanza. Incluso para los que no somos creyentes. Y esa parábola se revive hoy en cada uno de nosotros cuando perdonamos a los demás. Perdonar o sufrir nuestro rencor. El perdón es la única forma de apaciguar nuestro interior. No existe nada mejor. Nadie ha encontrado ninguna utilidad al rencor. Nadie sabe adónde lleva este sentimiento que no sea solo a un inhumano ejercicio de la amargura.

( Shakespeare )

jueves, 24 de mayo de 2012

Ranking novelas


Hola a  tod@s!

Esta vez os traemos una  iniciativa del amigo collage. Se trata de  elegir  5 novelas que por una u otra  razón  hayan marcado vuestra vida o  que  simplemente os hayan gustado. No se trata de elegir las mejores de la literatura sino las vuestras propias. Con las novelas que digáis haremos un ranking para saber los gustos  generales de lectura que servirá además  como referencia para libros que nos pueda interesar leer.

 
Blanca: "Cumbres borrascosas" (1847), de Emily Brontë; "Ana Karenina" (1877), de León Tolstói; "La casa de los espíritus" (1982), de Isabel Allende; "El Principito" (1943), de Antoine de Saint-Exupéry; y "El caballero de la armadura oxidada" (1994), de Robert Fisher.


Shakespeare: "El Quijote" (1605-1615), de Miguel de Cervantes; "El árbol de la ciencia" (1911), de Pío Baroja; "El viejo y el mar" (1952), de Ernest Hemingway; "La náusea" (1938), de Jean-Paul Sartre; y "El enano" (1944), de Pär Lagerkvist.


Goldberg: "El Quijote" (1605-1615), de Miguel de Cervantes; "El árbol de la ciencia" (1911), de Pío Baroja; "Servidumbre humana" (1915), de William Somerset Maugham; "El primo Basilio" (1878), de José Maria Eça de Queirós; y "Martin Eden" (1909), de Jack London.

mimzy: "El mundo de Sofía" (1991), de Jostein Gaarder; "Cien años de soledad" (1967), de Gabriel García Márquez; "Del amor y otros demonios" (1994), de Gabriel García Márquez; "Mi planta de naranja lima" (1968), de José Mauro de Vasconcelos; y "La sonrisa etrusca" (1985), de José Luis Sampedro.


felicidad: "Mirada ciega" (2003), de Dean R. Koontz; "El ocho" (1988), de Katherine Neville; "La caída de los gigantes" (2010), de Ken Follett; "El último catón" (2001), de Matilde Asensi; y "Olvidado rey Gudú" (1996), de Ana María Matute.


DamaRoja: "Buenos días, tristeza" (1954), de Françoise Sagan; "El apóstol número 13" (2007), de Michel Benoit, "Edad prohibida" (1958), de Torcuato Luca de Tena; "El pájaro espino" (1977), de Colleen McCullough; "Memorias de una geisha" (1997), de Arthur Golden.


emulsioncitrica: "El árbol de la ciencia" (1911), de Pío Baroja; "El extranjero" (1942), de Albert Camus; "Mi último suspiro" (1982), de Luis Buñuel y Jean-Claude Carrière; "La naranja mecánica" (1962), de Anthony Burgess; y "Ángeles de desolación" (1965), de Jack Kerouac.

Deliha: "La sombra del ciprés es alargada" (1948), de Miguel Delibes; "La catedral de mar" (2006), de Ildefonso Falcones; "La mano de Fátima" (2009), de Ildefonso Falcones; "Los renglones torcidos de Dios" (1979), de Torcuato Luca de Tena; y "Byzantium" (1997), de Stephen R. Lawhead.

Maddy: "Poema pedagógico" (1933-1935), de Antón Makarenko; "La madre" (1907), de Máximo Gorki; "La sonrisa etrusca" (1985), de José Luis Sampedro; "Diario: una novela" (2003), de Chuck Palahniuk; y "Flores para Algernon" (1966), de Daniel Keyes.

karme: "La catedral del mar" (2006), de Ildefonso Falcones; "Tierra de sepultura" (2011), de Brian Freeman; "El último catón" (2001), de Matilde Asensi; "El Quijote" (1605-1615), de Miguel de Cervantes; y "Tuareg" (1980), de Alberto Vázquez-Figueroa.

lavanda: "El perfume" (1985), de Patrick Süskind; "La casa de los espíritus" (1982), de Isabel Allende; "Brooklyn Follies" (2005), de Paul Auster; "Cien años de soledad" (1967), de Gabriel García Márquez; y "Una accidental historia de amor" (2007), de Pedro Carbonell Castillero.

RKO: "El Quijote" (1605-1615), de Miguel de Cervantes; "En busca del tiempo perdido" (1913-1927), de Marcel Proust; ¡Absalón, Absalón! (1936), de William Faulkner; "El gatopardo" (1958), de Giuseppe Tomasi di Lampedusa; y "La señora Dalloway" (1925), de Virginia Woolf.

Dal: "Siddhartha" (1922), de Herman Hesse; "San Manuel Bueno, mártir" (1931), de Miguel de Unamuno; "Los niños del Brasil" (1976), de Ira Levin; "Los renglones torcidos de Dios" (1979), de Torcuato Luca de Tena; y "Tu nombre envenena mis sueños" (1992), de Joaquín Leguina.

Laura: "Los niños del Brasil" (1976), de Ira Levin; "Saga Crepúsculo" (2005-2010), de Stephenie Meyer; "Rayuela" (1963), de Julio Cortázar; "El perfume" (1985), de Patrick Süskind; y "Roque, el trapero" (1971), de Josep Vallverdú.

Bustamante: "Una accidental historia de amor" (2007), de Pedro Carbonell Castillero; "El alquimista" (1988), de Paulo Coelho; "El amor en los tiempos del cólera" (1985), de Gabriel García Márquez; "Comer, rezar, amar" (2006), de Elizabeth Gilbert; y "El cuaderno de Maya" (2011), de Isabel Allende.

Sunrise: "Amor en minúscula" (2006), de Francesc Miralles; "La Reina del Sur" (2002), de Arturo Pérez-Reverte; "Perdona si te llamo amor" (2008), de Federico Moccia; "Memorias del alma" (2011), de Michael Newton; y "Almas gemelas" (2001), de Deepak Chopra.

Zippo: "La sonrisa etrusca" (1985), de José Luis Sampedro; "Cien años de soledad" (1967), de Gabriel García Márquez; "Los pilares de la Tierra" (1989), de Ken Follett; "Los miserables" (1862), de Victor Hugo; y "El Quijote" (1605-1615), de Miguel de Cervantes.

kaf: "Crimen y castigo" (1866), de Fiódor Dostoyevski; "La metamorfosis" (1915), de Franz Kafka; "Pedro Páramo" (1955), de Juan Rulfo; "Rojo y negro" (1830), de Stendhal; y "El camino" (1950), de Miguel Delibes.

Marcelo: "El Quijote" (1605-1615), de Miguel de Cervantes; "Ulises" (1922), de James Joyce; "En busca del tiempo perdido" (1913-1927), de Marcel Proust; "Bajo el volcán" (1947), de Malcolm Lowry; y "Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy" (1760-1767), de Laurence Sterne.

Pepe: "Crónicas marcianas" (1950), de Ray Bradbury; "Una accidental historia de amor" (2007), de Pedro Carbonell Castillero; "El perfume" (1985), de Patrick Süskind; "El árbol de la ciencia" (1911), de Pío Baroja; y "Cien años de soledad" (1967), de Gabriel García Márquez.

Naila: "El túnel" (1948), de Ernesto Sabato; "Los renglones torcidos de Dios" (1979), de Torcuato Luca de Tena; "Sexus" (1949), de Henry Miller; "La sombra del viento" (2002), de Carlos Ruiz Zafón; y "El perfume" (1985), de Patrick Süskin

Celes: "Sobre héroes y tumbas" (1961), de Ernesto Sabato; "El túnel" (1948), de Ernesto Sabato; "Crónica de una muerte anunciada" (1981), de Gabriel García Márquez; "Cien años de soledad" (1967), de Gabriel García Márquez; y "La casa de los espíritus" (1982), de Isabel Allende.

ASUS: "Veinte mil leguas de viaje submarino" (1869), de Julio Verne; "La isla misteriosa" (1874), de Julio Verne; "Un mundo feliz" (1932), de Aldous Huxley; "Frankenstein" (1818), de Mary W. Shelley; y "Moby Dick" (1851), de Herman Melville.

Colombe: "La Regenta" (1884-1885), de Leopoldo Alas, "Clarín"; "El Quijote" (1605-1615), de Miguel de Cervantes; "Cien años de soledad" (1967), de Gabriel García Márquez; "Corazón tan blanco" (1992), de Javier Marías; y "El árbol de la ciencia" (1911), de Pío Baroja.

Elbrus: "Dios vuelve en una Harley" (2005), de Joan Brady; "Las voces del desierto" (1991), de Marlo Morgan; "Ensayo sobre la ceguera" (2000), de José Saramago; "La buena suerte: claves de la prosperidad" (2004), de Álex Rovira Celma y Fernando Trias de Bes; y "Memorias de una geisha" (1997), de Arthur Golden.

Pleasures: "El nombre de la rosa" (1980), de Umberto Eco; "Guerra y paz" (1865-1869) de León Tolstói; "Orgullo y prejuicio" (1813), de Jane Austen; "El señor de los anillos" (1954-1955), de J. R. R. Tolkien; y "Los pilares de la Tierra" (1989), de Ken Follett.

Anabella: "La filosofía en el tocador" (1795), de Marqués de Sade; "Las edades de Lulú" (1989), de Almudena Grandes; "Justina o los infortunios de la virtud" (1791), de Marqués de Sade; "Trópico de cáncer" (1934), de Henry Miller; y "Cartero" (1971), de Charles Bukowski.

Brother:
"Los pilares de la Tierra" (1989) y su secuela "Un mundo sin fin" (2007), de Ken Follett; "Sinuhé el egipcio" (1945), de Mika Waltari: "El médico" (1986), de Noah Gordon; "La sonrisa etrusca" (1985), de José Luis Sampedro; y "Te daré la tierra" (2008), de Chufo Lloréns.
Prosaica: "Rayuela" (1963), de Julio Cortázar; "El túnel" (1948), de Ernesto Sabato; "Malena es un nombre de tango" (1994), de Almudena Grandes; "El hombre solo" (1993), de Bernardo Atxaga; y "El árbol de la ciencia" (1911), de Pío Baroja.

VitaBrevis: "Pedro Páramo" (1955), de Juan Rulfo; "El extranjero" (1942), de Albert Camus; "El árbol de la ciencia" (1911), de Pío Baroja; "Doctor Faustus" (1947), de Thomas Mann; y "Brasil" (1994), de John Updike.

Avena: "El viejo y el mar" (1952), de Ernest Hemingway; "Viaje al centro de la Tierra" (1864), de Julio Verne; "Lazarillo de Tormes" (1553), de autor anónimo; "La madre" (1907), de Máximo Gorki; y "Matar un ruiseñor" (1960), de Harper Lee.

Santiago: "Jim Botón y Lucas el Maquinista" (1960), de Michael Ende; "Drácula" (1897), de Bram Stoker; "2001: Una odisea espacial" (1968), de Arthur C. Clarke; "León el Africano" (1986), de Amin Maalouf; y "La tabla de Flandes" (1990), de Arturo Pérez-Reverte.


MAngels: "El zoo de Pitus" (1966), de Sebastià Sorribas; "Las voces del desierto" (1991), de Marlo Morgan; "El ocho" (1988), de Katherine Neville; "El señor de los anillos" (1954-1955), de J. R. R. Tolkien; y "El leopardo de las nieves" (1978), de Peter Matthiessen.


kurt: "El hombre de Alcatraz" (1956), de Thomas E. Gaddis; "Un saco de canicas" (1973), de Joseph Joffo; "Tormenta roja" (1986), de Tom Clancy y Larry Bond; "La hoguera de las vanidades" (1987), de Tom Wolfe; y "La Regenta" (1884-1885), de Leopoldo Alas, "Clarín".



Game: "El Quijote" (1605-1615), de Miguel de Cervantes; "La historia de San Michele" (1929), de Axel Munthe; "Seda" (1996), de Alessandro Baricco; "El Padrino" (1969), de Mario Puzo; "Sin noticias de Gurb" (1991), de Eduardo Mendoza.

1ª: "El Quijote" (1605-1615), de Miguel de Cervantes (1547-1616). 8 votos.
2ª: "El árbol de la ciencia" (1911), de Pío Baroja (1872-1956). 7 votos.
3ª: "Cien años de soledad" (1967), de Gabriel García Márquez (1927). 6 votos.
4ª: "El perfume" (1985), de Patrick Süskind (1949). 4 votos.
5ª: "La sonrisa etrusca" (1985), de José Luis Sampedro (1917). 4 votos.
6ª: "Una accidental historia de amor" (2007), de Pedro Carbonell (1965). 3 votos.
7ª: "Los renglones torcidos de Dios" (1979), de Torcuato Luca de Tena (1923-1999). 3 votos.
8ª: "La casa de los espíritus" (1982), de Isabel Allende (1942). 3 votos.9ª: "Los pilares de la Tierra" (1989), de Ken Follett (1949). 3 votos.
10ª: "El túnel" (1948), de Ernesto Sabato (1911-2011). 3 votos.
11ª: "La catedral del mar" (2006), de Ildefonso Falcones (1959). 2 votos.
12ª: "El último catón" (2001), de Matilde Asensi (1962). 2 votos.
13ª: "Los niños del Brasil" (1976), de Ira Levin (1929-2007). 2 votos.
14ª: "En busca del tiempo perdido" (1913-1927), de Marcel Proust (1871-1922). 2 votos.
15ª: "Rayuela" (1963), de Julio Cortázar (1914-1984). 2 votos.
16ª: "Pedro Páramo" (1955), de Juan Rulfo (1917-1986). 2 votos.
17ª: "El extranjero" (1942), de Albert Camus (1913-1960). 2 votos.
18ª: "El viejo y el mar" (1952), de Ernest Hemingway (1899-1961). 2 votos.
19ª: "La madre" (1907), de Máximo Gorki (1868-1936). 2 votos.
20ª: "La Regenta" (1884-1885), de Leopoldo Alas, "Clarín" (1852-1901). 2 votos.
21ª: "Las voces del desierto" (1991), de Marlo Morgan (1937). 2 votos.
22ª: "El ocho" (1988), de Katherine Neville (1945). 2 votos.
23ª: "El señor de los anillos" (1954-1955), de J. R. R. Tolkien (1892-1973). 2 votos.



( El ranking comenzó el día 15/12/11)

domingo, 25 de marzo de 2012

Amaral - Cuando Suba La Marea HD





Estaríamos juntos todo el tiempo
Hasta quedarnos sin aliento
Y comernos el mundo, vaya ilusos.
Y volver a casa en año nuevo.

Pero todo acabó y lo de menos
Es buscar una forma de entenderlo.
Yo solía pensar que la vida es un juego
Y la pura verdad es que aún lo creo.

Y ahora sé que nunca he sido tu princesa
Que no es azul la sangre de mis venas
Y ahora sé que el día que yo me muera
Me tumbaré sobre la arena
Y que me lleve lejos cuando suba... la marea.

Por encima del mar de los deseos
Han venido a buscarme los recuerdos
De los días salvajes, apurando
El futuro en la palma de nuestras manos

Y ahora sé que nunca he sido tu princesa
Que no es azul la sangre de mis venas
Y ahora sé que el día que yo me muera
Me tumbaré sobre la arena
Y que me lleve lejos cuando suba... la marea.

Y ahora sé que el día que yo me muera
Me tumbaré sobre la arena
Y que me lleve lejos cuando suba... 

( Amaral )