Bienvenidos al Blog de las salas cajón desastre y aventura de vivir de Ozú. Desde hace tiempo nos rondaba por la mente la idea de tener un sitio de encuentro, una referencia más allá de nuestras salitas, un lugar sobre todo para compartir esos "pequeños momentos" de los que se compone cada día.

En este “cajón desastre” todo tiene cabida: fotografía, música, literatura, cine... pretendemos sobre todo aprender los unos de otros y entre todos crear algo diferente que nos sirva de complemento y entretenimiento.

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sábado, 8 de enero de 2011

LA CHAQUETA DE PANA.


Recuerdo que en mis años de adolescente, concebí un lugar oculto en mi corazón para mis pensamientos más íntimos. Con el tiempo, logré cobijar en aquel rincón todo tipo de silencios para que si alguna vez salieran, no pudieran comunicar a nadie la parte de la vida más cercana a mí. Con los años iba cada vez menos, porque en el fondo, lo que yo más temía, era que pudiera salir de allí alguna intimidad hecha palabra.



Hoy ya, sin miedos de creencias, y fuera de los tabúes tradicionales que había por aquel entonces, y muy alejado también de los comentarios jocosos que esta confidencia puede suscitar, le abro la puerta para dar un poco de frescura a lo poco que queda ya, y liberarme si puedo, de este mal recuerdo.



“Un día de invierno, me había entretenido yo más de lo acostumbrado, en casa de uno de mis abuelos llamada casa “Da Torre”. Ese día, tenía que regresar yo por imperativo paternal, a dormir a la otra casa, La casa “Do Teixeiro”. Se fue la tarde y la noche llegó tan espesa borrando caminos, que empezó a derramarse por toda la casa, dejando solo ver aquellos puntitos de luz que cada candil, acompañaba a cada persona para desplazarse por las estancias.

Las dos casas de mis abuelos, estaban separadas entre sí por un par de kilómetros en la montaña. A mitad de camino la iglesia con un pequeño cementerio gallego. Alrededor un “Adro”, cerrado con un muro. Dentro las sepulturas. Para acceder, dos pequeñas puertas de dominio público, que daban entrada y salida a los que pasaban por allí. No hacerlo suponía una vuelta de más de dos kilómetros por caminos llenos de barro.

Llovía con mucho viento. La antorcha de paja y “taxos” que me prepararon se consumió antes de llegar a medio camino. El miedo, y el temor que sentía hacia que me temblara la razón por la decisión que había tomado. Sudaba tanto que a pesar de la lluvia que caía, estaba más mojado por dentro. Los pies, a veces, era casi incapaz de sacarlos ya del barro. Al borde mismo del pánico, cuando las lágrimas ya empezaban a salir, divisé una pequeña luz en la casa “Do Barreiro” situada a poco menos de 200 m. Llegar allí se convirtió en la punta de mi deseo, y ese mismo afán me hizo lo suficientemente fuerte para convertirme en voluntad. Antes de llegar fue cuando lo vi.

Se llamaba Amadeo y era el hijo de Filomena la dueña “Do Barreiro”



Palabras de ánimo. Sus manos ayudándome a caminar. Pero sobre todo su gesto de quitarse la chaqueta de pana que llevaba, para resguardarme del frío y de la lluvia, hicieron que llegara hasta el “Adro” sin darme cuenta tan siquiera de que estaba alli Y de este modo hasta la otra casa del abuelo.

Como me vieron en tan mal estado, empapado de agua y atemorizado, les conté lo sucedido. Me ordenaron que al día siguiente fuera y les diera las gracias a Filomena. Así lo hice.

Llamé, y una Filomena amable, me abrió la puerta.

Venía a darle las gracias a su hijo Amadeo, por acompañarme ayer.

-¿Amadeo?

-Sí, señora. Me acompañó ayer hasta la casa de los abuelos.

-No puede ser, “ meu neno”, Llevo dos años sin verlo, precisamente desde que marchó a Barcelona. . .

La chaqueta de pana, que la tenia agarrada con la mano, no la solté de milagro, pero no dije nada. Di media vuelta, y temblando la enterré. Desde entonces he ido varias veces a la aldea. Jamás comente este caso y jamás me acerqué al sitio donde la había enterrado.

Todo lo vivido aquella noche lo recuerdo así.


( Dorthe )



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