Bienvenidos al Blog de las salas cajón desastre y aventura de vivir de Ozú. Desde hace tiempo nos rondaba por la mente la idea de tener un sitio de encuentro, una referencia más allá de nuestras salitas, un lugar sobre todo para compartir esos "pequeños momentos" de los que se compone cada día.

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sábado, 18 de diciembre de 2010

Un ejemplo de soberbia


Eran las siete de la tarde cuando llegué a la terminal cuatro de Barajas dispuesta a coger mi vuelo de regreso a casa después de una estresante semana de trabajo en Madrid.

Apenas entré noté algo diferente a otras veces, mucha más gente que de costumbre, que yo achaqué a ser viernes víspera de puente; caras de preocupación, largas colas y apenas un lugar para poder caminar arrastrando mi trole sin llevarme un pie o un brazo de aquellos que ya habían optado por tumbarse en el suelo.

Al acercarme a chequear escuché una conversación de un señor que hablaba por su móvil: Sí, los controladores se han levantado de sus puestos de trabajo, y no sale ni entra ningún vuelo.

Efectivamente habían parado el país, así como se oye, en un alarde de soberbia habían  matado las ilusiones de miles de personas que aprovechaban días de vacaciones para viajar por  placer, o para visitar sus familiares.

Un matrimonio maduro comentaba, ella con lágrimas en los ojos, que iban a la boda de su hija que se casaba la mañana del sábado en Las Palmas. Una familia argentina había dejado sus vacaciones de verano, para ir en esa fecha y tener más tiempo para ahorrar el coste del pasaje. Otros perderían enlaces en otras ciudades europeas. Y así un largo etcétera de situaciones que podíamos relatar a cual más desesperada y que constituía para cada uno una desilusión ante la que nada podía hacer, sino esperar acontecimientos ante este viaje programado, ahorrado y pensado con tanta antelación y que finalizó sin haber comenzado.

El deseo de los controladores ante sus mejoras laborales había sido considerado como más importante que los intereses de los demás, sin ningún escrúpulo a los daños causados a otros. Esta sobre valoración de su propio “yo” respecto de otros por superar,  un obstáculo, o bien en alcanzar las prebendas de su ya magnifico estatus.

Esta soberbia impertérrita al ver lo que hicieron, y como respondieron al comprobar el caos que estaban causando y su desprecio indiscriminado, superior a cualquier otra cosa, con un razonamiento sobre los propios intereses exaltada a un nivel crítico desmesurado por su prepotencia.

Y así pasaron las horas sin que nada cambiara la situación, el cansancio, la impotencia y la desolación fue respondida con civismo y madurez por todos.

Mientras un Orfeón Donostiarra nos deleitaba con sus cantos, habiendo cambiado a la fuerza de aforo ya que no pudieron llegar a su destino.

( Aldonza )

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