Digo “ayer”
y el ayer huye,
se distancia,
desaparece
como agua en un arroyo,
como grito que enmudece,
como viento que se aplaca
después de con-mover al recio árbol
que ha protegido a sus hojas
que tiritan de frío cuando él se va,
solitario, vencido.
Pienso en el ayer,
en cuán corto es,
pero cuán extenso lo hago llenándolo de recuerdos
que añoran su intrépida vejez.
Porque…
En el ayer soñé.
En el ayer te vi.
En el ayer me sentí querida.
En el ayer perdí.
En el ayer lloré.
En el ayer volví a nacer.
En el ayer reí.
En el ayer olvidé.
En el ayer olvidé al ayer que yo fui.
Y, sin embargo, vuelvo a él
una y otra vez.
Una y otra vez vuelvo… a lo que fui.
( zaza )
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