Bienvenidos al Blog de las salas cajón desastre y aventura de vivir de Ozú. Desde hace tiempo nos rondaba por la mente la idea de tener un sitio de encuentro, una referencia más allá de nuestras salitas, un lugar sobre todo para compartir esos "pequeños momentos" de los que se compone cada día.

En este “cajón desastre” todo tiene cabida: fotografía, música, literatura, cine... pretendemos sobre todo aprender los unos de otros y entre todos crear algo diferente que nos sirva de complemento y entretenimiento.

Por eso os invitamos a que participéis con comentarios y sugerencias. Gracias de antemano a todos y ¡Bienvenidos!

jueves, 23 de septiembre de 2010

AMOR DE JUVENTUD ( Ternura )

Tenía solo 13 años cuando me enamoré perdidamente de él, fue un amor adolescente de patio de recreo, con  sabor a regaliz y a chicle de fresa. Un amor loco de uniforme y cuartillas emborronadas. Le recordaba con su   flequillo rubio y su mirada tímida. Nunca olvidé aquella vez que sin querer me rozó la mano al pasarle los apuntes en clase de matemáticas, ni el sonrojo aquel día cuando se cruzaron nuestras miradas y me quedé sin palabras… Pero solo fue eso, un amor de silencios, un amor platónico, un tierno amor de juventud...

Habían pasado 25 años, el flequillo había dado paso a unas importantes entradas y unas gafas cerraban el paso a su mirada, pero le reconocí nada más verle. Allí estaba, sentado frente a mí, en la cafetería del hotel donde se celebraba aquel congreso. Mi corazón saltó en el pecho cuando mis ojos se encontraron con sus ojos verdes... después de tanto tiempo…

En un momento la niña tímida quiso aparecer, pero la mujer se levantó con paso decidido y se dirigió hacia él. Asombrado me saludó con sorpresa, no me reconoció y solo atinó decir que estaba cambiada para mejor y que sin duda se alegraba de verme. Le recordé que habían pasado veinticinco años. Desplegué entonces mis armas de mujer, aprendidas durante estos años. Enseguida me invitó a su mesa y empezamos a hablar. Me contó de su vida y yo de la mía, de nuestras familias ya formadas y de nuestra común profesión. No podíamos dejar de mirarnos, ni de reír.

Almorzamos juntos e hicimos novillos en las conferencias de la tarde. En un momento dado sugirió de subir a la habitación quería enseñarme unos trabajos ¡Qué alto me parecía! ¡Cómo había cambiado!... Paseamos, cogidos casi de la mano, recordando aquellos momentos juveniles.

Entramos en la habitación. Sacó sus proyectos, los tendió sobre la cama y empezamos a estudiarlos. Eran unos diseños geniales, me habló de sus aspiraciones y sus sueños y yo de los míos. En un momento dado nos quedamos mirándonos y no pude evitar que una lágrima de tenue emoción asomara a mis ojos. Quise salir a la terraza y el aire me consoló. En un momento lo sentí acercarse a mi espalda, no dijo nada, solo acarició con el dorso de su mano mi brazo, en una caricia que me estremeció… susurró mi nombre varias veces y se acercó lentamente hundiendo su cara en mi pelo. Yo le agarré las manos y las atraje hacia mi cintura mientras  repetía su nombre, en lo que fue casi un lamento. Sentía su aliento en mi nuca y presentía sus ojos también humedecidos, sus labios en mi cuello y sus manos recorriendo mi cuerpo desde mis pechos, mi vientre, mi sexo, en una caricia interminable.
Me di la vuelta y me encontré sus ojos que al igual que los míos brillaban de sentimiento, de una infinita ternura, me acarició la cara y yo quise decirle, hablarle de lo mucho que lo había querido… pero su dedo tapo mi boca en señal de silencio, volví a insistir y su boca me hizo callar con un beso intenso e impaciente.

En un segundo mi vestido quedó en el suelo y yo no sé ni cómo, temblorosa, conseguí desabotonar su camisa, aunque hubiera querido arrancársela, ya que ardía en deseos por tenerle. Nos quedamos desnudos, sin importarnos las secuelas que los años habían dejado en nuestros cuerpos. Hizo volar los papeles de la cama con una rapidez que nos hizo reír... se tumbó y me dijo:

-Ven “marveli”- en alusión a mi mote infantil.

Fruncí el ceño, en ademán de enfado y le dije:

-Ni hablar, “pelusa”- como le llamábamos cariñosamente.

Tiró de mí y me hizo caer sobre la cama agarrándome de los brazos.

-Repítelo - me increpaba- repítelo... si te atreves.

- Pelusa, pelusa, pe… -Su boca no me dejó acabar y nos fundimos en un beso intenso que me dejó sin aire. Luego, sus manos trazaron los caminos que seguiría su boca, navegando entre mis pechos, bajando hacia mi ombligo, hasta la fuente de mi sexo. Lo demás transcurrió tan rápido que en pocos segundos éramos ya un mar de gemidos, un universo de susurros, un océano de placer contenido. Durante tres días no salimos de aquella habitación.

Desde ese día, cada año, el destino nos lleva a aquella habitación de hotel.

( Ternura )

3 comentarios:

  1. Avena dijo...
    Me ha gustado.. ¡snif! , Me ha caido hasta una lagrimilla, será que yo también tuve un amor de juventud, aunque hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo ..¿ o sí? ¡Gracias por participar!

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  2. Para mi gusto, uno de los mejores. Frases cortas, discurso fluido, y erotismo plagado de sensualidad. Enhorabuena

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  3. Elbrus dijo...
    Todos tenemos ese amor de juventud idealizado en nuestro recuerdo. Tu relato ha expresado "tiernamente" ese reencuentro inolvidable. Bellas palabras y buena redacción.
    Gracias por participar y ánimo !

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