Bienvenidos al Blog de las salas cajón desastre y aventura de vivir de Ozú. Desde hace tiempo nos rondaba por la mente la idea de tener un sitio de encuentro, una referencia más allá de nuestras salitas, un lugar sobre todo para compartir esos "pequeños momentos" de los que se compone cada día.

En este “cajón desastre” todo tiene cabida: fotografía, música, literatura, cine... pretendemos sobre todo aprender los unos de otros y entre todos crear algo diferente que nos sirva de complemento y entretenimiento.

Por eso os invitamos a que participéis con comentarios y sugerencias. Gracias de antemano a todos y ¡Bienvenidos!

jueves, 23 de septiembre de 2010

EXPERIENCIA EN HOLLYWOOD ( Peloponeso )

Mi experiencia en Hollywood como actor de reparto fue tan breve como intensa. Un caballero con modales, es lo último que buscan y esa es la única explicación. La necesidad me arrastró a ello…una semana sin un simple rosbeef…el desencadenante primario del hecho. La subsistencia mi fin.

La película se iba a llamar !El apache malvado! pero las presiones de la asociación de actores “progresistas” hicieron que pasara a denominarse !El indígena molesto! y se rodó en pleno desierto de Arizona. Membronorme, a la sazón gigoló de la Diva, Lolayla Howard, al igual que yo hacía de extra.

Era Franco Mebronorme, hombre dado a la teatralidad y el exceso y quizás fue eso, lo que le indujo a subirse aquella noche de tormenta a la torre del agua para el suministro de trenes con una botella de Whisky en la mano. Se tambaleaba en lo alto entre luces sabiamente engarzadas por fenómenos atmosféricos que ponían el marco ideal para el desarrollo de la escena, mientras el resto de el personal en tierra asistía atónito al espectáculo, incluida la bella Hodward que entre sollozos gritaba, "Bravo.. Franco, andíamo…caro mío". Un enorme rayo puso fin al espectáculo del siciliano…alcanzándolo de lleno, que entre convulsiones y tras grandes aspavientos generosamente aplaudidos por el personal, cayó al suelo muriendo por fulguración.

Yo, exclamé solemne una frase que espero figure entre las más afamadas de las que en Hollywod se conocen. "En Arizona, su pueblo y el mío...se me ha muerto como del rayo Franco Membronorme, a quien tanto quería."

Ella, la mujer más deseada del mundo y aún con el cadáver caliente del itálico se volvió hacia mí bajo la capa de agua y pasando entre las filas de gentes estupefactas, mordió el lobulillo de mi oreja, mientras susurraba "torero...torero"… 

Lolayla Howard repasaba cada centímetro cuadrado de la piel de su cara con sus estilizados dedos. Depositaba la crema como si en cada gramo, fuese un mensaje cifrado con el código secreto de la eterna juventud. Ese día, llevaba un vestido plisado blanco que se levantaba sugerentemente cada vez que el ventilador potente que el productor había instalado en aquel camerino improvisado en la caravana en la que malvivíamos en medio del desierto durante el rodaje.

Sentado justo detrás de ella, miraba sus bellas y torneadas piernas que con la edad habían alcanzado la categoría de obras de arte del deseo. Más arriba una pequeña combinación no dejaba ver más que la mitad de sus apetecibles muslos que encendían mi ya de por sí disparada libido.

Me acerqué a ella lentamente por detrás, hasta rodear su cintura con mis manos que inevitablemente buscaron la cercanía de sus voluminosos pechos en gran parte mostrados gracias a un generoso escote en el cristal donde coqueta se arreglaba y que anulaban mis caballerescos principios.

Mi cuerpo pegado totalmente a su espalda notaba los cambios vertiginosos que se producían en determinadas estructuras de mi anatomía y el sentir mis labios deslizarse por aquellos hombros desnudos despertaba en ella unos pequeños gemidos que aportaban más carga erótica al denso ambiente.

Ella se dio la vuelta e instintivamente la levanté con mis manos sentándola en la mesita del camerino para en un acto reflejo, rasgar su ropa interior y poseerla como un salvaje. Sus dientes se clavaron en mi hombro como una serpiente en su presa y su saliva llenaba mi dorso gota a gota mientras las uñas me arañaban aunque menos quizás que su cara de golfa convulsa que exprimía mi cuerpo hasta dejarlo exhausto.

Después, fue todo. Torbellinos de sensaciones que nos envolvieron hasta perder la noción del bien y del mal, del tiempo y el espacio. La ceremonia del deseo incontrolado. Pasión y ternura, sudor y semen, risa y dolor, éxtasis, hasta caer en el clímax largamente buscado. Rodamos por el suelo y gritamos con cada orgasmo, con cada sensación, con cada momento de lujuria desenfrenada. Lamí sus pezones y me bebí su boca. 

Su ropa destrozada generaba en mí los deseos del nunca acabar, y la idea obsesiva…de agotar hasta la última micra de la testosterona acumulada durante los días de rodaje de aquel maldito Wewstern en el que yo hacía de Sherif y moría en la segunda escena, pero ella me mantenía allí, como si un invisible cable de acero me uniera a su vida agarrado de mi bolsa escrotal. ¡Nada ya tenía importancia!.

El mundo era ella y su entorno. Mi alimento, su perfume. Mi motor su sexo. Mi universo, sus caderas.

( Peloponeso )

2 comentarios:

  1. Elbrus dijo...

    Fue el primer relato que leí y me gustó la forma de describir la escena erótica. Me inspiró a escribir el mio. Me gusta la frase " Su ropa destrozada generaba en mí los deseos del nunca acabar,... ". Pasión incontrolada, cuerpos exhaustos por el deseo. Ese comenzar y no acabar... La fantasia hecha realidad. Que este relato sea el comienzo de otros venideros. Animo y gracias por participar!

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  2. Avena dijo...
    Muy bien escrito, sutil ironía que le da ese "toque especial".Me ha hecho sonreír:).Exquisita la frase del final..Enhorabuena! Y Gracias por participar

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