Bienvenidos al Blog de las salas cajón desastre y aventura de vivir de Ozú. Desde hace tiempo nos rondaba por la mente la idea de tener un sitio de encuentro, una referencia más allá de nuestras salitas, un lugar sobre todo para compartir esos "pequeños momentos" de los que se compone cada día.

En este “cajón desastre” todo tiene cabida: fotografía, música, literatura, cine... pretendemos sobre todo aprender los unos de otros y entre todos crear algo diferente que nos sirva de complemento y entretenimiento.

Por eso os invitamos a que participéis con comentarios y sugerencias. Gracias de antemano a todos y ¡Bienvenidos!

viernes, 8 de junio de 2012

LA VANGUARDIA EMBALSAMADA



Resulta muy difícil, casi imposible, encontrar un mercado más esnob, fraudulento, especulativo, inflado y cínico que el mercado del arte actual. El mismo respeto interesado con la que los participantes de la lujosa y económica feria del arte hablan de ella es una clara muestra de lo que acontece en ese ámbito. Un mercado instalado como una pieza más del salvaje capitalismo financiero levantado en las últimas cuatro décadas para entronizar la especulación más abyecta y que se ha constituido en Estados Unidos y Europa en la principal amenaza de la sociedad de bienestar. Una economía sustentada por los bancos, que actuan en su seno como oportunistas negociadores, especuladores privilegiados y operan, a su vera, como inclementes desmanteladores de la vigencia del Estado social.

Para el artista entrar en el mercado del arte y su noria especladora le interesa más que nada, no hay duda. Posibilita ser partícipe del millonario y azaroso juego de la ruleta de la fortuna que allí se desarrolla. Mostrar la propia obra en el espacio expositivo de una galería invitada a participar en ARCO u otras ferias o ser pieza preciada de los colecconistas y museos genera ciertas y valiosas oportunidades de ascenso económico y apuntalamiento de la fama entre la crítica y en el propio mercado del arte. Un mercado, en el sentido más estricto y mezquino del termino, donde prima, sobre todo, el beneficio económico y no la calidad del género que se vende y que lleva por su sistema sanguíneo un voluptuoso volumen de dinero que alimenta sucios intereses , falsas reputaciones e inflados prestigios, creaciones calculadas de modas y movimientos artísticos, y subordinaciones a las galerías y a la crítica, que en nada tienen que ver  con el artista como individuo que debe vivir y realizar un proyecto estético y elaborar el constructo intelectual que le sirva de armazón.

No es amor al arte lo que constituye el mercado del arte sino principalmente, fluido pecuniario, monetarismo bugués. No es, en manera alguna, una experiencia estética lo que motiva al artista ni lo que alimenta este organismo, apoyado por la crítica, una y otra vez. 

La crítica apoya al mercado del arte porque si éste en el pasado obtenía sus beneficios negociando con lo que no era arriesgado y emitiendo un mensaje de conservadurismo estético, de misoneísmo doctrinal e ideológico, ahora da por inevitable la fiebre especuladora; supone a los artistas y galeristas como promotores del riesgo estético, continuadores de la vanguardia de la primera mmitad del S.XX; y fundamenta su prestigio en no querer ver y descubrir que el rey está desnudo,. Con estos rasgos funcionales, lucrativos y conservadores, el mercado del arte se asemeja al mercado de valores común pero donde se negocia con lienzos y esculturas y donde los artistas desarrollan su obra, sin ideales ni espiritualidad alguna, sin ideología utópica, ni proyecto redentor que lo sustente. todo en nombre del poderoso caballero Don dinero.

¿Un prestigio y arriesgado artista? Esto ya no tiene importancia ni es creíble porque el artista de vanguardia pertenece al relato de los Ismos históricos y construía su obra con conceptos novedosos, discursos formales inéditos e intereses ajenos al comercio de su obra. Realizandola a los márgenes del mercado del arte y de los salones oficiales fundamentaba su prestigio. Sencillamente, el artista operaba como un individuo incontaminado, cuya característica fundamental era crear arte para un selecto y minoritario grupo de connosseurs y reformar la sociedad convirtiendo su obra, a la manera de una bomba revolocionaria, en explosivo atentado contra los valores establecidos.

La vanguardia histórica que tanto hizo por regenerar, con su transgresora mecánica, el artefacto académico heredado del S.XX y generar, a su vez, espacios estéticos libérrimos donde se podían expandir los espíritus artísticos más creativos, investigadores y progresistas, ahora, yace de cuerpo presente pero fenecida, embalsamada y expuestos sus resultados, como en sepulcros de lujo, en los museos de arte contemporáneo para, - la gran mayoría de las veces-, boba y aborregada contemplación de un público ignorante de su verdadera valía y, - las menos de las ocasiones-, fruición estética de los buenos y verdaderos aficionados de arte. A su vez esta momificada transgresión para el recuerdo de la Vanguardia artística permanece como una inmejorable coartada intelectual y crítica, de exacto engranaje argumentativo, para mantener enhiesto su negocio el todopoderoso e inevitable mercado de arte.

( Shakespeare )

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