Estoy en el sur, y en una mañana como la de hoy, abres la ventana, y notas como casi siempre, el sol invadiendo tu casa para que algunos de sus rayos te acaricien la cara y nos pongan unas arrugas de más, por la alegría de sentirla.
¡Ha llegado la primavera! Limpiando los fríos vientos del invierno y abrazándonos con su cielo azul, para poner calma en nuestros ojos, y poder ver así, la tierra preñada y dispuesta a parir vida, dejando a la gente maltrecha de ternura pero opulenta y rolliza, andando sobre alfombras de colores.
Pero a veces, en algunos atardeceres, la siento angustiada y viendo como suelta algunas lágrimas de lluvia, pero siempre con la ilusión de estar jugando con la niña vida, bien agarrándose a su piel, o bien viendo como nada en los arroyos.
Es como si la propia vida tuviera inteligencia y se llenara de ilusión porque noto en todo lo que empieza con la primavera, un esplendor lleno de inocencia.
Este año la noto aquí, donde estoy, como una pintora de paisajes.
Borra los grises, y los muros los cubre de madreselvas, margaritas en los prados y rosas en el jardín.
Por eso. . .
Estoy pintando de azul, el espejo de mi baño.
( Dorthe )
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