Bienvenidos al Blog de las salas cajón desastre y aventura de vivir de Ozú. Desde hace tiempo nos rondaba por la mente la idea de tener un sitio de encuentro, una referencia más allá de nuestras salitas, un lugar sobre todo para compartir esos "pequeños momentos" de los que se compone cada día.

En este “cajón desastre” todo tiene cabida: fotografía, música, literatura, cine... pretendemos sobre todo aprender los unos de otros y entre todos crear algo diferente que nos sirva de complemento y entretenimiento.

Por eso os invitamos a que participéis con comentarios y sugerencias. Gracias de antemano a todos y ¡Bienvenidos!

viernes, 4 de febrero de 2011

EL TERRITORIO DE LA SUPERFICIALIDAD

La fascinación por la novedad, el lucro como meta vital, la originalidad por la originalidad, lo hortera, lo efímero y el narcisismo son los fundamentos conceptuales de este momento. Así, de igual forma que la idiosincrasia de la sociedad y su mentalidad revertieron a mediados del siglo XX los valores éticos y estéticos, ambos devenieron a rodar en la autocomplaciente superficie de otro territorio mental apartado y delimitado con rotundidad del ámbito normativo en que se fundamentó el sistema de apreciación ético y estético anterior y su mecanismo de ideas formado y heredado de siglos atrás.

Esta reflexión, que busca ser neutra, está relacionada y viene a colación con la distinta apreciación de lo bello y lo vulgar, lo verdadero y la apariencia, la espiritualidad y el materialismo, lo correcto y lo incorrecto y, en resumen, con el talante del actual sistema vaorativo dado que el anterior se haya en ruinas y sin una posible y benéfica restauración que lo socorra

Fundamento básico de nuestro tiempo, -y como consecuencia de su ramplona vacuidad-, es la recalcitrante generalización de la superficialidad. Tanto en los contenidos de la televisión o Internet, en las relaciones con los demás, en el cultivo de la propia imagen o en el consumo cultural, la supreficilaidad se extiende como la espuma en una época caracterizada por la religión del consumo y que profesa una devota adoración por el dios Mercado.

En el orden valorativo anterior, cuando había que elegir entre diferentes opciones vitales y estéticas, el sistema de valores ofrecía entre su ramaje un rígido surtido de soluciones para ello. No cabía el relativismo moral, ni el escepticismo intelectual, ni la estridencia en la imagen o el gusto, ni otra salida de lo establecido en la Masa que siempre se nutría una y otra vez de los frutos de lo aceptado como norma. A cambio de la aceptación de este constructo cultural y moral todo el mundo contaba con el marchamo de la consideración social de formalidad y buen gusto.

Ahora el orden ético y estético es otro, -las cosas no son tan absolutas-, y lo profundo en los modos y comportamientos, tan restringido en su declive, se ha convertido en un profeta que predica en el desierto y la superficialidad, tan satisfecha y fascinadora en su auge, ha convertido en ídolos intocables y todopoderosos el culto a la belleza y al dinero, la obsesión por la propia imagen, la búsqueda de la fama a toda costa -y no del éxito profesional-  y el gusto por las apariencias.


( Shakespeare )

No hay comentarios:

Publicar un comentario