Bienvenidos al Blog de las salas cajón desastre y aventura de vivir de Ozú. Desde hace tiempo nos rondaba por la mente la idea de tener un sitio de encuentro, una referencia más allá de nuestras salitas, un lugar sobre todo para compartir esos "pequeños momentos" de los que se compone cada día.

En este “cajón desastre” todo tiene cabida: fotografía, música, literatura, cine... pretendemos sobre todo aprender los unos de otros y entre todos crear algo diferente que nos sirva de complemento y entretenimiento.

Por eso os invitamos a que participéis con comentarios y sugerencias. Gracias de antemano a todos y ¡Bienvenidos!

viernes, 28 de enero de 2011



PEQUEÑA COSA AZUL


El sol de de la mañana entraba a raudales en la habitación. Tuve que hacer un esfuerzo casi heroico, para cerrar las cortinas y terminar de despejarme.


La noche anterior se había hecho eterna.

Cuando ya por fin pude entreabrir los ojos, me di cuenta que me encontraba en una habitación muy pequeña, sucia y descuidada. Las paredes tenían restos de chorretones que no podía precisar de que eran. Para llegar, había que atravesar un largo pasillo, mal ventilado y oliendo muy mal, como si fuese restos de orina. Los dueños siempre decían que quizás fuera por las recientes lluvias, debido a la humedad. Lo cierto es que en ese lugar, iba para siete meses en que no había caído una gota de agua. 

Estaba todo muy mal conservado, con puertas rotas y dañadas por los golpes. La pintura en la madera ni se notaba, y los desconchones, eran la decoración de las paredes. En aquella ocasión comprendí que la soledad me condujo a ese sitio donde no existía el color. Todo era negro, pero no el aterciopelado de las noches sin luna. . . no. No era ese color precisamente. 

Seguí tumbado en la cama y encendí un cigarrillo con la clásica indolencia del abandono, sin pretender ser nada ni nadie, y es entonces cuando me di cuenta que la muchacha seguía allí. Me quedé como un verdadero idiota mirándola. Después de meditar un poco, recordé que la noche anterior habían cerrado el pequeño bar y yo me encontraba con el regalo de su compañía. Siempre era gratificante oír ruidos mientras se estaba compartiendo esa copa de última hora, intentando hallar a ese tipo de mujer en cuyo rostro, bajo cualquier luz, se viese un reflejo de interés por ti. 

Recuerdo el golpe al cerrar la puerta, después de entrar juntos en la habitación. Se acercó a mí, y deslizó su mano entre las ropas hasta encontrar lo que buscaba. Yo cerré los ojos y me dejé hacer, pensando que si hiciera el amor con ella, verdaderamente podría ocurrir que se partiera en dos, como una pequeña rama. ¡Que lejos quedaban aquellas rubias como la mies. . . con perfúmenes  de bosque, y con cabellos lisos. ¡Cuantas horas de fiebre quedaban atrás, llenas de ansiedades, temores, y conocimientos de una adolescencia alegre, y una juventud que me devoró con las prisas y me llenó de cansancios, pero que me enseñó que para crecer en la vida, había que gestar calvicies y mirar horizontes. Mas tarde vino lo peor;  la admiración de aquellos gestos felices y sonrisas de cierto tipo de mujeres, al pagar facturas. 

Hoy ya no queda nada. 

Ahora, frente a la cama completamente desnuda la seguía mirando, mientras ella iba recogiendo sus cuatro trapos. Sin saber como, ni porque motivo, se encontraba también allí. . .en la habitación; y de pronto lo comprendí todo, al recordar la canción de Small Blue Thing, de Suzzane Vega que entre otras cosas decía: 

“Hoy soy 
una pequeña cosa azul
hecha de porcelana
hecha de cristal” 

porque al mirarla, lo que estaba viendo era el hambre. Un hambre que no se podía comer. Era el hambre del afecto, el hambre de la atención, y el hambre del calor de un cuerpo. 

Era el hambre del necesitado.



( Dorthe )





1 comentario:

  1. Elbrus dijo...

    Mas que un relato breve, parece el comienzo de una novela. Ya estoy deseando leer la continuación.
    Gracias por tu aportación al blog.
    Un besote!

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