"La moral está abierta a la religión, pero posee un estatus propio,
filosófico y no necesariamente religioso."
Lo más llamativo, lo verdaderamente desolador cuando se observa los modos y comportamientos de la Masa, -en el contemporáneo clima de anomia moral y degradación cultural de nuestra liberada sociedad-, es su manifestación autista y autocomplaciente. La mercantilización hasta de las vidas, la desaparición de la cortesía, un materialismo obsceno, la vulgaridad estética o la idiotización social conviven con éxito entre la Masa hasta constituirse en señas de identidad tan arraigadas que han venido a sustituir a los antiguos y ya extintos valores.
Cuando se manifiesta de forma generalizada que se es libre para hacer lo que se quiera se comprueba lo veleidoso de la sociedad y se pone en evidencia la misérrima bajeza de si idiosincrasia. Se olvida que hoy, como siempre, hay reglas que respetar para participar en el juego de la vida. Como las nuevas tendencias en imagen personal que se quitan el yugo de la convención en el vestuario, el habla o el diseño de los peinados e imponen sus estéticas aberrantes de modas rupturistas para instalar su libérrima vulgaridad nuestra época ha escogido un pulso nuevo y late, como si se tratara del corazón de una muchacha alocada, para poder desarrollar su funcionamiento anomalístico y caprichoso que se encapricha, a su vez, con elevar un fatuo elogio a la liberación como máscara de su verdadera naturaleza: el cinismo.
La coartada de la liberación frente a las antiguas represiones de otras épocas anteriores sirven a muchos como justificación moral frente a los demás , pero sus actuaciones regidas por el capricho no muestran otra cosa sino toda ausencia de un discurso ético válido y convincente. Porque no exista una entidad metafísica sancionadora no se debe deducir imperativamente el estado de laxitud moral actual y la culminación de la máxima del "todo vale" como promesa de realización personal. Que no haya pecado no quiere decir que no haya falta.
Pero la falta ética no tiene castigo alguno, - ni eterno, ni legal-, y la Masa se ve libre de ataduras para actuar con impunidad absoluta porque su ejercicio se desarrolla en los ámbitos de lo tolerado y casi establecido como modelo de comportamiento.
( Shakespeare )
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